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La Economía mundial bajo el asedio de una pandemia

Por: Eco. María de la Paz Vela Z. MSc.
Estudios Económicos y Sociales, University of Wales. Analista de Consultora Multiplica.

Juan Pueblo no había aquilatado aún el significado de la palabra “disrupción”, hasta que una minúscula y pesada molécula de ARN, arropada por cascarones lípidos -invisibles al ojo humano- y con espículas de corona, saltó del murciélago a la especie humana para encontrar terreno fértil a su colonización a un ritmo exponencial: en tres meses infectó a las primeras 100.000 personas, en 12 días a otras cien mil y en 3 días más a nuevos cien mil. Se calcula que el primer paso hacia el humano lo dio en noviembre de 2019, ya que el 8 de diciembre, este microscópico ser ya llamaba la atención de los especialistas-en uno que otro paciente de Wuhan con síndrome respiratorio agudo. Aunque su nombre fue otorgado recién el 7 de enero de 2020, como SARS-COV-2, el 27 de diciembre el gobierno chino había aceptado la existencia de una epidemia en esa ciudad.  Las cuarentenas tardías decretadas por el gobierno comunista -recién el 20 de enero- permitieron que el enemigo invisible se transporte a los cuatro puntos cardinales del planeta y que tan pronto como el 11 de marzo la OMS dispare la alarma de la pandemia global.

Salud pública y economía sitiadas

A partir de enero, la salud de la humanidad ha caído bajo asedio del coronavirus y con ella la vida cotidiana, los circuitos económicos de intercambio de bienes y servicios entre empresas y hogares. Los productores han de mantenerse lejos de sus proveedores y los consumidores apartados de los mercados, con unos transportistas limitados en su movilidad, paralización que en la economía solo se da en una situación de catástrofe natural o de guerra.  La situación va a durar unos 15 meses más con períodos de intermitencia entre cuarentenas y trabajo  -con extremo cuidado de desinfección y distancia social-, hasta que haya una vacuna generalizada y una inmunidad creada en la población.  Durante ese período se van a dinamizar: la minería de oro, ventas en línea, servicios de internet, transacciones digitales, teletrabajo, citas de negocios por plataforma, consumo básico (alimentos y ciertas medicinas), productos de desinfección y de protección de la salud.  La industria del entretenimiento, los servicios que crecen alrededor de estos, el sector automotriz, línea blanca y vestuario tienen una sentencia temporal de ser los menos buscados. Para los gobiernos, al reto de la salud pública (detección, curación, ampliación de infraestructura) se suma el reto de no permitir el quiebre de las empresas, el desabastecimiento de las familias de menos recursos y en condiciones de marginalidad y que la crisis del sector real se expanda al sector financiero.

Decrecimiento, empleo y las empresas

Ajenos al riesgo mundial que se gestaba desde diciembre, varios organismos internacionales, entre ellos el FMI anunciaba que 2020 sería un año de esperanza para la recuperación del crecimiento económico de las grandes potencias: el PIB mundial crecería al 3,3% anual, después de un 2019 que lo hizo al 2,9%, nivel bastante bajo desde la crisis financiera internacional de 2008.  El comercio y la inversión continuarían su dinámica dando sustento a estas expectativas, aunque preocupaban el elevado endeudamiento de los países emergentes y en vías de desarrollo y la desaceleración de la productividad (producción por trabajador), obstáculos que seguirían impidiendo vencer a la pobreza.  Pero el coronavirus SARS-COV-2 puso de cabeza estos pronósticos con efectos económicos devastadores similares a los vividos en la Gran Depresión de 1929: las bolsas internacionales cayeron más de 40% en pocas semanas (12/02/2020 al 23/03-2020), el crédito se ha congelado en las economías grandes y pequeñas, la tasa de desempleo en EEUU podría superar el 20% anual hasta diciembre y en América Latina el 10% a causa de la cuarentena.  La economía real se ha paralizado a una escala casi global por entre 20 a 50 días – lo que no ocurrió en la Gran Depresión- y amenaza con quebrar a varias empresas en la gran industria de petróleo, aviación, turismo, hospitalidad, floricultura, publicidad, manufacturas, construcción y un largo etcétera pero sobre todo a medianas y pequeñas empresas.  Todas las variables del crecimiento caen al unísono: inversión, demanda, exportaciones e importaciones y a partir del 27 de marzo, la directora del Fondo Monetario Internacional reconoció que el mundo entra oficialmente en recesión; es decir que al menos durante dos trimestres se registrarán variaciones negativas del PIB y una pérdida de ingresos per cápita. The Economist ha revisado a la baja sus perspectivas de crecimiento mundial a -2,2% en 2020: una recesión global.  Sin hablar de una depresión aún, grandes países caerían así: Reino Unido -5%,  EEUU -2,2%, Alemania -6,8%. En América Latina la recesión se podría generalizar.

Precio del petróleo y otros commodities El colapso del precio del petróleo en 60% desde un $ 53,8 por barril WTI el 20 de febrero a $ 20,2 por barril el 23 de marzo no tiene precedentes y ha llegado a los precios de inicios de los noventas.  La explicación inicial es que la paralización de China por la cuarentena del coronavirus tumbó la demanda de crudo en más de 3 millones de barriles diarios a partir de enero y durante febrero; sucesivamente las cuarentenas en Europa, Asia y América cortaron la demanda radicalmente.  Todo empeoró cuando el 6 de marzo en la reunión de Rusia con la OPEP, el cartel liderado por Arabia Saudita no logró acordar con Rusia el esperado recorte de producción de 1,5 millones de barriles por día para mantener el precio.  Sin acuerdo se desató una guerra de productores en donde los sauditas inundaron el mercado con la oferta, para quebrar por los bajos ingresos a Rusia y a los productores de alto costo (fracking) en EEUU.  Los pequeños productores de petróleo más afectados son: Nigeria, Angola, Ecuador, México; a más de esos Omán, Irak y Bahrein en el Medio Oriente, los que podrían perder un 85% de sus ingresos presupuestados en este año, en medio de una pandemia de proporciones. Especial mención a Venezuela por ser un gran productor y gran perdedor. La situación refuerza el desastre que puede darse en el mundo laboral público y privado, un auténtico “crack down económico que en algunos sitios ya se lo conoce como “coronacrash”.  La suspensión de la vida económicanoafecta solo al precio del crudo sino también los precios de productos de acuicultura, flores, bienes agrícolas como la soya, el maíz y otros para el consumo humano y para el forraje animal.

Los países en desarrollo

El crecimiento regional en 2019 fue de 0,1% y la previsión para este año era de un modesto crecimiento del 1,3%, según lo explicaba la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a inicios del año.  La estimación más actualizada es de una contracción del Producto Interno Bruto regional (PIB) de -1,8% que podría conducir a un aumento de la tasa de desempleo de hasta un 10%, según lo ha expresado el organismo en marzo.  Esa realidad la ha evaluado la Cepal que señala que el número de pobres en la región podría aumentar de los 185 millones actuales a unos 220 millones, en un total de 620 millones de habitantes de América Latina.  Quiere decir que habrá una fuerte erosión de la clase media; así mismo, calcula que el número de personas que viven en la pobreza extrema en la región subiría de 67,4 millones a 90 millones. 

Para aquellos que generan ingresos precarios a partir de la venta diaria de su fuerza laboral, de un bocadillo o de bienes de ocasión, el impacto mayor de este choque será la pérdida de ingresos y el aumento de la inseguridad alimentaria.  Atenuar el golpe a este segmento es el verdadero desafío en las economías emergentes: llegar urgentemente con alimentos a las familias más vulnerables para evitar el hambre y el conflicto social.

El desafío para los gobiernos es mayor en economías emergentes

Los gobiernos de las economías avanzadas inyectarán ingentes recursos a sus economías para evitar que la recesión en ciernes (caída en dos trimestres consecutivos) se convierta en una depresión con quiebras empresariales a gran escala y pérdida de empleo masiva.  EEUU inyectará 2 trillones de dólares (2 X 10^12) en su paquete de reactivación para  sostener el consumo de las familias, el crédito a las empresas y la liquidez del  sistema financiero,  con una baja de tasas de interés que ya se materializó en marzo.  Para el mundo en desarrollo hay el pedido del FMI y del Banco Mundial a los acreedores de los países pobres para que no cobren la deuda.  La propuesta se queda corta, pues cabe promover planes humanitarios de recuperación desde las economías avanzadas a las de menor desarrollo.  Los gobiernos deben armar su propio plan nacional de salud pública y de reactivación económica para superar el shock que ha causado el coronavirus; pero la estrategia también debe ser global.

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