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En la planificación está la solución

Luego de entrevistar a más de 150 emprendedores latinoamericanos en los últimos 20 años, si hay una característica que he detectado que distingue a los que tuvieron éxito de los que no, es que los primeros hicieron en algún momento de su emprendimiento un plan.

En algunos casos fue un plan de marketing, o un plan de ventas, y en algunos pocos casos, un robusto plan de negocios.  Pero hicieron un plan, y eso marcó la diferencia.

Un plan te permite trazar un camino para llegar del punto A al punto B.  El punto A es la situación actual, y el punto B es el destino al que quieres llevar a tu negocio.

¿Cómo se elabora un plan?

Un plan nace con un objetivo. Un objetivo inteligente que sea específico, medible, alcanzable, realista y definido en un plazo determinado.

Luego el plan incluye la estrategia para llegar al objetivo.  Aquí es donde ponemos todas nuestras sapiencias en marketing, finanzas, administración, ventas, etc., a la orden del negocio, pero en definiciones a gran escala, es decir los grandes movimientos.

Y finalmente, un buen plan debe incluir acciones tácticas, pasos pequeños que sumen para ejecutar la estrategia y que nos lleve al objetivo.

¿Un plan se va a cumplir a la perfección?

No, nunca. 

Es imposible esperar que un plan no falle y que se cumpla al pie de la letra, pero al menos nos da un camino a transitar, un norte que seguir.  Y luego sobre la marcha, por supuesto, que podremos (y deberemos) virar el timón y esquivar los inconvenientes que se presenten, pero sin cambiar los objetivos.

Pero si la respuesta es tan obvia (hay que planificar para tener éxito), ¿por qué la gran mayoría de los emprendedores no hace planes?

La respuesta que encontré en la mayor parte de los casos que analicé, era por falta de tiempo. ¿Pero si el día tiene las mismas 24 horas para todos, ¿por qué unos si lo lograron y otros no? Porque empezamos mal. 

Ya lo hemos comentado antes pero vale la pena repetirlo:  Empezamos a emprender porque nos surgió una idea espectacular o vimos una oportunidad que no podíamos desaprovechar, y antes que alguien se nos adelante, nos lanzamos a iniciar un negocio sin asentar las bases, es decir, sin validar antes si realmente había clientes para mi producto, y sin haber hecho un plan.

Y empieza el círculo vicioso: Sin plan y sin validación previa, nos cuesta tanto desarrollar correctamente nuestro negocio que empezamos a trabajar cada vez más duro en lugar de hacerlo inteligentemente.  Trabajamos cada día más fuerte y los resultados no llegan, lo que nos obliga a trabajar más y más, y las consecuencias son siempre las mismas: no tenemos tiempo para hacer un plan porque el negocio nos absorve, y no podemos liberarnos porque no tenemos un plan.

Hay que hacer un plan, ese será el punto de partida de nuestro negocio. 

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